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UniversidaddeCádiz
Cátedra Ateneo-Universidad

Breve historia del Ateneo y de la Cátedra

Breve historia del Ateneo y de la Cátedra

El término Ateneo proliferó en la Europa del siglo XIX, refiriéndose así a las asociaciones que fomentaron en sus sedes las artes, las ciencias y las letras. En 1775 vio la luz el Athénée de Paris, precursor de los ateneos y que tuvo su réplica en el madrileño Ateneo Patriótico Español en 1820 y en su homónimo londinense, el Athenaeum Club, instituido en 1824 y en el que ateneístas españoles participaron en su creación.

En España la corriente nace bajo el espíritu liberal del llamado Trienio Liberal (1820-1823). Con la llegada de la llamada Década Ominosa (1823-1833), el Ateneo Patriótico Español fue clausurado por las políticas absolutistas. Muchos ateneístas marcharon al exilio parisino y londinense, siendo en la capital británica donde –bajo la dirección de Mariano Lagasca, Alberto Lista o Mariano Rodriguez Ledesma, entre otros– surgió el 16 de marzo de 1829 el Ateneo Español de Londres, que replicó el modelo madrileño de 1820 y subsistió hasta 1832.

En el año 1835 el antiguo Ateneo Español creado en Madrid cambia de nombre por el de Ateneo Científico y Literario. Sería así el primer Ateneo, fruto del pensamiento liberal y de las inquietudes culturales de la época.

El liberalismo gaditano y ese afán cultural ya eran señas de identidad del pueblo gaditano. Así Gregorio Marañón afirmaba: “Cádiz al principio del siglo XIX, era de todas las ciudades españolas la que por su cultura, su firmeza, su sentido universal tenía que sentir la honda responsabilidad de aquel viento que soplaba por el mundo en el siglo XVIII, afán de saber, de afinar los resortes de los sentimientos humanos, de abrir ventanas al espíritu del siglo”.

En este sentido, la influencia del pueblo gaditano, de su manera de ser y sentir a lo largo de la historia fueron decisivos en esos momentos. El mundo entraba en una nueva fase, hacía falta una resurrección de la vida española, en una especie de humanismo en la libertad, y Cádiz fue decisivo en esa transición hacia una nueva Sociedad.

Los siglos XVII y XVIII fueron muy importantes en la formación del pueblo gaditano, incorporándose muchas personas de distintas regiones y países. Dan un impulso fundamental al comercio, a la cultura.

Ese encuentro histórico de naciones y culturas, ese vivir cotidiano, con ese espíritu universal y políglota habrán de condicionar, como un factor importante a tener en cuenta, una sociología especial del pueblo gaditano.

Todos cuantos escriben sobre Cádiz en los siglos XVII y XVIII, destacan ese espíritu abierto y acogedor, ese gran sentido de la tolerancia y compresión. Una de las características fundamentales para entender al pueblo gaditano y la base histórica que hace posible ese humanismo enriquecedor es la ancestral y escasa limitación de clases sociales, así como la ideología liberal y democrática que aglutinaba esa “comunidad insular”. Ese sentido de la libertad que venía fundamentado en su especial desarrollo histórico, en su comunicación continua con el mundo exterior, en esa escala de valores de la cultura, el estudio y la tolerancia. Por otro lado, ese sentido de la libertad y de la cultura va a venir matizado por la permanente actitud crítica, sin duda enriquecedora, que le hace estar abierto siempre a nuevos horizontes.

Uno de los hechos más característicos de esta ciudad era ese afán de leer, de adquirir cultura a través de los libros. No podemos olvidar que a comienzos del siglo XIX había en Cádiz veinte librerías. En esas coordenadas y con esos antecedentes, en 1858 se funda el Liceo de Cádiz, que sería el germen del Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz, el Ateneo Gaditano. Junto con el de Madrid serían los primeros de España.

El Ateneo ha mantenido sus señas de identidad a lo largo de su historia, ha sido y es un fiel reflejo de eso que entendemos por Humanismo Gaditano, esa manera de ser labrada, sedimentada, en sus antecedentes históricos, participando de ellos y con esa toma de conciencia de ser historia; con ese afán por la cultura y por su especial sentido de la libertad, con una actitud crítica positiva y un vitalismo catalizador que Cádiz descubrió hace muchísimos años y que forman parte de esa fórmula humanística del equilibrio. No es casualidad que las grandes personalidades intelectuales, académicas, culturales o referentes sociales, hayan figurado entre los miembros de esta entidad.

El Ateneo ha participado, desde su creación, en todos los aspectos culturales de la ciudad. Sirvan como ejemplo que impulsó la declaración del Oratorio de San Felipe Neri como Monumento Nacional, organizador de eventos conmemorativos de cada centenario
cervantino, bicentenario de la batalla de Trafalgar, la señalización de lugares con significado histórico, etc.
El Ateneo de Cádiz está estructurado siguiendo el sistema de secciones temáticas (Ciencia, Literatura, Arte, Música, Medicina, Ciencias Jurídicas, Filosofía, etc.) con sus correspondientes actividades (conferencias, tertulias, presentaciones de libros, debates, actividades conmemorativas, distinciones, participación en eventos organizados por otras entidades, etc.).

Desde su fundación, el Ateneo de Cádiz fue haciendo acopio de una interesante biblioteca, la cual fue testigo histórico de sucesos como el velatorio de Adolfo de Castro. En la actualidad, la biblioteca del Ateneo de Cádiz (con interesantes obras decimonónicas se encuentra localizada en la Casa de Iberoamérica.

A lo largo de la vida de la entidad, y sin citar los que hayan sido entregados a sus miembros a título individual, el Ateneo de Cádiz ha recibido los siguientes premios y distinciones:
Medalla de Oro de la Ciudad
Medalla y Placa de Oro de la Provincia
Entidad declarada de Utilidad Pública

Finalmente, resulta ilustrativo para conocer la historia y trascendencia del Ateneo de Cádiz revisar el listado de personalidades, de fuerte implicación con la cultura gaditana, que han ostentado su presidencia: Miguel Ayllón, Juan Ceballos Gómez, Adolfo de Castro, Cayetano del Toro y Quartiellers, Alfonso Moreno Espinosa, Rafael de la Viesca, Ramón Ventín, Enrique Álvarez, José María Pemán, Antonio Orozco, José María García león, Ignacio Moreno Aparicio y José Almenara Barrios (en la actualidad).

Creación de la Cátedra Ateneo
El 22 de junio de 2018, siendo rector de la Universidad de Cádiz, Eduardo González Mazo, y el presidente del Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz, Ignacio Moreno Aparicio, firmaron el protocolo general de actuación y un convenio específico de colaboración.
Ambas instituciones decidieron impulsar la creación de la Cátedra ‘Ateneo Universidad de Cádiz’.

Ambas instituciones comparten “la finalidad de contribuir a la mejora de la sociedad desde la transmisión del conocimiento y la cultura”, así como desde la reflexión, la crítica y el compromiso social.

La creación de la Cátedra está justificada al cumplir con todos los requisitos para impulsar una cátedra universitaria que conlleva tareas de investigación y de innovación. Y, por otra parte, consolidaba la larga relación del Ateneo con la Universidad de Cádiz al colaborar en diferentes premios y certámenes, como el de la Ilustración con el apoyo de la Universidad. Por otra parte, la Cátedra constituye un espacio vivo y comprometido, que pretende ser el “hilo de la sociedad civil con una posición de voz y conciencia de las cosas de Cádiz”.

Desde la firma de aquel acuerdo para la creación de la Cátedra Ateneo Universidad de Cádiz en 2018, las actividades se han visto impulsadas y multiplicadas. Entre las actividades y los programas de la Cátedra, están la realización de cursos, seminarios, conferencias, jornadas, talleres, la investigación y la innovación en el desarrollo de los proyectos conjuntos, así como la cooperación con el Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz en actuaciones sobre su fondo bibliográfico y documental. Además, se encuentran entre sus fines, los de publicaciones, la organización de exposiciones y acciones divulgativas de carácter cultural para la sociedad gaditana, convocatorias de premios, concursos o certámenes que conduzcan a la difusión de la excelencia académica, cultural o valores propios de la comunidad literaria, artística o científica del ámbito geográfico de actuación de ambas entidades. Y, por último, con la finalidad de llevar a cabo actividades complementarias y de soporte a la institución universitaria: Premios Excelencia Académica, debates universitarios, facilitar prácticas de máster, ofrecer un punto de encuentro entre los egresados y los distintos ámbitos de la sociedad, servir de eco de divulgación a los doctorandos de sus avances en investigación, etc.

[Ángel Guisado Cuéllar]

 

En el año 1835 el antiguo Ateneo Español creado en Madrid cambia de nombre por el de Ateneo Científico y Literario. Sería así el primer Ateneo, fruto del pensamiento liberal y de las inquietudes culturales de la época.
Poco después en 1858, ve su luz el Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz y ello se entronca en el substrato social y cultural que Cádiz tenía.
El liberalismo gaditano y ese afán cultural ya eran señas de identidad del pueblo gaditano. Como nos recuerda Gregorio Marañón en su prólogo del libro de Ramón Solís El Cádiz de las Cortes “Cádiz al principio del siglo XIX, era de todas las ciudades españolas la que por su cultura, su firmeza, su sentido universal tenía que sentir la honda responsabilidad de aquel viento que soplaba por el mundo en el siglo XVIII, afán de saber, de afinar los resortes de los sentimientos humanos, de abrir ventanas al ‘espíritu del siglo’…”.
En este sentido, la influencia del pueblo gaditano, de su manera de ser y sentir a lo largo de la historia fueron decisivos en esos momentos. El mundo entraba en una nueva fase, hacía falta una resurrección de la vida española, en una especie de humanismo en la libertad, y Cádiz fue decisivo en esa transición hacia una nueva Sociedad.
Los siglos XVII y XVIII fueron muy importantes en la formación del pueblo gaditano, incorporándose muchas personas de distintas regiones y países. Dan un impulso fundamental al comercio, a la cultura.
Ese encuentro histórico de naciones y culturas, ese vivir cotidiano, con ese espíritu universal y políglota habrán de condicionar, como un factor importante a tener en cuenta, una sociología especial del pueblo gaditano.
Orozco, en su historia de Cádiz, habla “… del trato sin dobleces, todos tienen buena y apacible comunicación y nobleza…”. Todos cuantos escriben sobre Cádiz en los siglos XVII y XVIII, destacan ese espíritu abierto y acogedor, ese gran sentido de la tolerancia y compresión.
Una de las características fundamentales para entender al pueblo gaditano y la base histórica que hace posible ese humanismo enriquecedor es la ancestral y escasa limitación de clases sociales, así como la ideología liberal y democrática que aglutinaba esa “comunidad insular”.
Ese sentido de la libertad que venía fundamentado en su especial desarrollo histórico, en su comunicación continua con el mundo exterior, en esa escala de valores de la cultura, el estudio y la tolerancia.
Por otro lado, ese sentido de la libertad y de la cultura va a venir matizado por la permanente actitud crítica, sin duda enriquecedora, que le hace estar abierto siempre a nuevos horizontes.
Cuando uno analiza la historia de Cádiz, no puede menos que reflejar el espíritu de esa vida cultural. Como dice Ramón Solís, “…el nacimiento de la burguesía gaditana de origen comercial, había hecho que el estudio y la preparación cultural era al fin y al cabo el único blasón del que se podría hacer gala…”.
El comerciante gaditano era generalmente un hombre culto, en la ciudad se vivía desde hacía años una tradición cultural, reflejada en las bibliotecas, colecciones de arte, tertulias, amor al teatro, etcétera.
En general, el sentido comercial muchas veces no ha ido acompañado con el espíritu artístico o cultural, pero en Cádiz no ocurrió así; el comerciante gaditano, que estaba preparado culturalmente, con la decadencia posterior en el siglo XIX, va a poder incorporarse con facilidad a la política y a la vida cultural, muy especialmente a la literatura.
Uno de los hechos más característicos era ese afán de leer, de adquirir cultura a través de los libros. No podemos olvidar que a comienzos del siglo XIX había en Cádiz veinte librerías.
En esas coordenadas y con esos antecedentes, no es de extrañar que en 1858 viera su luz el Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz, el Ateneo Gaditano. Junto con el de Madrid serían los primeros de España.
El Ateneo ha mantenido sus señas de identidad a lo largo de su historia, ha sido y es un fiel reflejo de eso que entendemos por Humanismo Gaditano, esa manera de ser labrada, sedimentada, en sus antecedentes históricos, participando de ellos y con esa toma de conciencia de ser historia; con ese afán por la cultura y por su especial sentido de la libertad, con una actitud crítica positiva y un vitalismo catalizador que Cádiz descubrió hace muchísimos años y que forman parte de esa fórmula humanística del equilibrio.

 

[Manuel Concha Ruiz – Diario de Cádiz 19/7/2008]